tantra para mujeres

Masaje tántrico para mujeres

Aunque, por regla general, el masaje tántrico para mujeres tiene una asociación más o menos directa con el sexo, cuando hablamos del tranta para mujeres podemos referirnos exclusivamente a otros beneficios directos sobre la salud, pues según los expertos no solo se usa para despertar el deseo sexual, también tiene otros atributos relajantes y curativos. La sexualidad femenina abarca muchos aspectos físicos, mentales e incluso espirituales.

Los beneficios que se reciben y que no están relacionados con los orgasmos femeninos son, entre otros, una ayuda eficaz para mantener el equilibrio mental y físico, pues al ser una técnica de relajación disminuye eficazmente la ansiedad y el estrés, nos ayuda a tomar conciencia de nuestro cuerpo, mejora notablemente nuestro estado de ánimo, nos optimiza los procesos de respiración y fomenta la relación física y afectiva de la pareja.

El tranta en toda su acepción es descrito por los propios hindúes como el proceso que utilizamos para lograr un crecimiento personal a través del placer. El famoso masaje Yoni entraría dentro de estos procesos, aunque este es el que establece una relación más directa con el masaje sexual, especialmente indicado para aquellas mujeres que sufran de anorgasmia frigidez.

En el masaje tántrico se trata de ir más allá del simple placer sexual de la mujer, tomando como base una compenetración total con la pareja, en la intimidad y en la relajación, logrando un placer muy intenso, relacionado con las partes genitales, pero que no es exclusiva de esta zona, aunque no negaremos la importancia de recurrir a los órganos sexuales al final de cada sesión. Y es que para muchos el fin último de este masaje es preparar al cuerpo para conseguir orgasmos femeninos intensos.

Cómo se hace un masaje tántrico para mujeres

Para hacer correctamente un masaje tántrico que termine en eyaculación femenina, deberemos despertar el apetito sexual de nuestra compañera, así como disfrutar de nuestra propia excitación sin tener que recurrir obligatoriamente a la penetración.

Deberemos empezar actuando sobre el entorno, es decir, debemos crear un lugar cálido, cómodo, que nos asegure tranquilidad e intimidad sin tener un tiempo límite. Una vez que nos sintamos cómodos en la habitación y nos quedemos desnudos, podemos pasar unos minutos acariciando y masajeando, vertiendo un poco de aceite para que nos sea más cómoda y gratificante la fricción, suavemente en el abdomen, los senos, los muslos, los brazos y las manos, siempre con la mirada de complicidad sobre la pareja para que la conexión no se pierda, pues se trata de un masaje muy espiritual.

Al igual que ocurrirá si realizamos el masaje Yoni, verteremos un poco de aceite sobre el hueso púbico o Monte de Venus, para que gotee suavemente sobre los labios mayores antes de comenzar a masajear muy lentamente con los dedos pulgar e índice, deslizándolos en el sentido de las agujas del reloj, arriba y abajo y al contrario por toda la longitud de los labios. Después de unos minutos, puedes pasar a los labios inferiores, realizando el mismo ejercicio.

Al pasar al clítoris debemos ser conscientes de que el centro de placer es sumamente delicado, por lo que el masaje debe ser muy suave, evitando realizar presiones bruscas. Vuelve a realizar un movimiento circulatorio en el sentido de las agujas del reloj y después al contrario, agárralo con tus dedos pulgar e índice y somételo a una ligera presión, durante un par de minutos, podemos aumentar su placer dejando de acariciarlo y volviendo a retomarlo algo más tarde.

Antes de aprender a dar el masaje en la zona sagrada femenina, es recomendable recibir un masaje tántrico profesional en centros como Art Massage Madrid, en el que puedes sentir un masaje erótico tantra.

Por último, para culminar el masaje tántrico femenino, hay que realizar un masaje vaginal hasta localizar le famoso punto G y estimularlo apropiadamente. Debemos introducir el dedo corazón en la vagina con la palma de la mano hacia arriba, seguidamente lo doblaremos en su interior, hacia la palma de la mano hasta notar una zona esponjosa que se localiza debajo del hueso púbico, masajearemos esta zona (punto G) suavemente y con movimientos circulares, controlando que no tenga el orgasmo, controlando los tiempos, el sentido del movimiento y la presión para prolongar este placer lo que estimemos oportuno o lo que nos pida nuestra compañera.

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